Tres días antes, el 11 de julio de 1789 el monarca destituyó, en medio de una grave crisis económica, a su ministro de Finanzas, Jacques Necker, una figura popular entre los habitantes de París, por su apoyo a una Asamblea Constituyente con mayor representación del pueblo y no de las clases acomodadas (nobles y clero).
Eso desencadenó las primeras manifestaciones, que se convocaron en los jardines del Palais Royal.
El 14, el rumor de que Luis XVI había almacenado 30.000 fusiles en el Hotel de los Inválidos para reprimir las protestas llevó a miles de parisinos al lugar. Tras entrar por la fuerza, lograron hacerse con el arsenal.
Pero les faltaba la pólvora, la cual se encontraba en La Bastilla, una fortificación militar con 400 años de antigüedad, por lo que la multitud asaltó el lugar y se armó contra la monarquía.
La toma de La Bastilla se convirtió en la Fiesta Nacional de Francia en julio de 1880 cuando la Asamblea Nacional (parlamento) buscaba una fecha de celebración para la Tercera República.
Tradicionalmente, la celebración incluye un desfile militar por París, encabezado por el presidente de la República, que recorre desde el Arco del Triunfo hasta la Plaza de la Concordia, en los Campos Elíseos.
Por la noche, un festival de música y fuegos artificiales se desarrolla en las inmediaciones de la Torre Eiffel.
La caída de la monarquía francesa, una de las más poderosas de Europa, abrió un período revolucionaria en el continente y sirvió, poco después de inspiración para los movimientos independentistas de América.
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