La Dictadura Militar y su daño en la Economía

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A lo largo de la historia Argentina, se puede evidenciar los grandes procesos de transformación y gestación de un país independiente y soberano. Hemos transitado revoluciones, guerras civiles e internacionales, convenios interprovinciales y acuerdos para llegar a ser un país libre, federal y constitucional. La base que sustentan los pilares de la institucionalidad, se justifican en los principios de república y democracia. El soberano es el pueblo y es él quien define su propio destino, en función de la voluntad general. En este camino, las señales no fueron todas directas, hubo desvíos que mancharon el recorrido. Las dictaduras militares dañaron no solo nuestra vida institucional sino que además y por sobre todo, menoscabaron los derechos humanos que prima sobre cualquier otra garantía o precepto. El derecho a la vida no puede ser violentado, quebrantado o privado. El genocidio impulsado por golpes militares fue una característica atroz de estos procesos. Además, del deterioro económico – social, urdiendo políticas liberales que lesionaron la estructura y desarrollo productivo. Sin entrar en los detalles de cada Golpe Militar, es dable destacar, que nuestro país tuvo 6 interrupciones constitucionales de origen marcial. Los golpes de estado de 1930, 1943, 1955, 1966 y 1976. Este último, el más significativo en cuanto a la violación de los derechos humanos pero también, por el recrudecimiento en el perjuicio socio-económico.

Cambio de Modelo Económico
A partir de 1976, en materia económica se puede señalar, como el principio de la era liberal en nuestro país. Entendido este, a grandes rasgos, como la aplicación de una política ortodoxa que se fundamenta en el libre cambio, el endeudamiento externo, apertura de importaciones, extranjerización de los recursos naturales y productivos, concentración de riqueza y empresas nacionales, desarticulación y desmembramiento del estado. El poder económico de ese entonces, se relacionaba y acordaba con Martínez de Hoz, militar que pergeñó el cambio de modelo. Estas directrices se enmarcaron dentro de un contexto internacional, donde se desencadenó la crisis mundial del petróleo y la pérdida del patrón oro-dólar, acontecimientos que coadyuvaron a la internacionalización de los capitales. Asimismo, las dictaduras militares latinoamericanas, aprovecharon dicha situación para profundizar el esquema de financiamiento externo, renta financiera y sometimiento al sistema internacional.

Desde la óptica del tejido social, el poder militar buscó la fragmentación y desintegración de la clase obrera y trabajadora (sector industrial y productivo). Justamente era la casta popular de ascendencia social, que en años anteriores se les habían reconocidos derechos sociales y laborales. Según el proyecto militar, estos eran una amenaza para la sociedad, imponiendo su subordinación, individualización y represión. Para desarticular dicha trama social – laboral, se fijaron las siguientes medidas:

Congelamiento de los salarios de los trabajadores.
Eliminación del control de precios.
Reducción de los Aranceles a la Importación.
Devaluación del Precio de la moneda.
Reducción de las retenciones agropecuarias.

Estas políticas regresivas pusieron en superficie, la vulnerabilidad del asalariado – con pérdida del poder adquisitivo -, pero por el otro lado, un beneficio al sector terrateniente pampeano – aliado del golpe militar – modificando los precios relativos en favor de estos últimos. Además, la reducción de retenciones a las exportaciones, profundizó el poder económico del sector agropecuario, traccionando los precios nacionales a los internacionales y con su debida consecuencia, de menoscabo al salario real de los trabajadores. En términos cuantitativos, dicha transferencia se puede observar, al analizar la caída del salario en 33% y simultáneamente con un aumento del 37% de la productividad.

Renta Financiera
Un componente crucial en el modelo liberal, fue la instauración de un régimen financiero asentado en la valorización de la renta especulativa por encima de la renta productiva. En el mes de junio 1977, se produce un punto de inflexión en el sistema económico – financiero, reformando las normas, competencias y alcances del BCRA. Se implantó la desregulación de la tasa de interés, la liberalización y extranjerización de las instituciones financieras, y la eliminación progresiva del control de cambios. El plan de Martinez de Hoz, se centró en el sector financiero como aliado, el desplazamiento de la actividad industrial – productiva y el vínculo carnal con las instituciones internacionales de créditos y capitales.

Esta reforma, logro el posicionamiento hegemónico del sistema financiero en la economía Argentina. Liberó el mercado de capitales y de créditos, garantizó los depósitos bancarios con respaldo estatal (5 años después, se estatizó la deuda privada), se eliminaron las cajas de créditos y se debilitó la acción del estado en el mercado cambiario.

Deuda Externa
El endeudamiento externo fue uno de los ejes principales de la política económica de la última dictadura militar. En los 8 años del poder de facto, la deuda pública se incrementó de 7.800 millones de dólares a 45.000 millones de dólares en 1983. Lejos de invertir el financiamiento en obra pública y mejora en la calidad de vida de los argentinos (hecho que si ocurrió en Brasil), el destino de los fondos se aplicó a los autopréstamos, especulación financiera, gastos militares y actos de corrupción. Se pudo verificar que la deuda pública se canalizó a las empresas nacionales aliadas el gobierno militar. La burguesía que apoyaba dichas políticas, eran tan solo 38 empresas alcanzando el guarismo de 49% de la deuda total. A modo de ejemplo, se pueden detallar las siguientes: Cogasco, Autopistas Urbanas, Celulosa, Acindar, Banco Rio (Pérez Companc), Alto Paraná, Banco de Italia, Banco de Galicia, Bridas, Alpargatas, Cia Naviera Pérez Companc, Citibank, Dalmine, Banco Francés, Papel del Tucumán, Minetti, Aluar, Celulosa Pto Piray, Banco Ganadero , Banco de Crédito Argentino.

Por si esto fuera poco, con un estado debilitado y sin poder de acción, lo absurdo volvió apoderarse de la realidad Argentina. En 1981 se produjo una devaluación del peso argentino – con un seguro de cambio del deprimido BCRA-. Con ese mecanismo perverso, los grandes grupos endeudados con el exterior lograron que en 1982 con Domingo Cavallo presidente del BCRA, se hiciera cargo de la deuda externa privada, que terminó recayendo en el conjunto de la Nación.

A modo de conclusión, se puede reflexionar como uno de los hechos más importantes de la historia Argentina, no por su legado y transformación social, sino por el genocidio más cruento y violento de nuestras vidas. En la materia que aquí se aborda, dejaron la marca de un camino a la especulación, a la ausencia del estado, al libre mercado, a la desindustrialización de nuestra economía, a la desarticulación del asalariado, a la concentración y extranjerización del capital, y por sobre todo, a la pérdida de nuestra identidad.

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