Por el Lic. Gustavo Tarragona – Profesor Universiario UNL – UCA – Director Civix Argentina, https://www.civix-argentina.com/
A juzgar por las consecuencias, tanto actuales como futuras que el coronavirus supone, la cuestión de la salud ha dejado de ser algo solamente nacional para transformarse en una cuestión de seguridad internacional o global. Voy a profundizar esta idea.
El concepto de seguridad internacional puede ser considerado un concepto central en el campo de las relaciones internacionales. Así, una visión clásica o tradicional de la seguridad vinculaba directamente dicha palabra con defensa y seguridad y a las amenazas que penden sobre los actores del sistema internacional y los efectos que esa situación genera. Una visión que en las teorías de las relaciones internacionales aparecía sustentada en la teoría realista y en Hans Morgenthau con su obra “Política entre las Naciones (1948)” como uno de sus principales referentes.
Sin embargo, en las últimas décadas y globalización de por medio, ha venido ganando lugar en el debate un significado más complejo y amplio del concepto de seguridad internacional. Hemos pasado de la idea de que sólo los estados son los actores del sistema internacional a la realidad de que, además de aquéllos, existen otros sujetos, como las Organizaciones Internacionales, y hasta el propio individuo. Otra transformación que ha complejizado la cuestión es la transición de las cuestiones militares, propias de la seguridad en el sentido clásico, a otras que abarcan el acceso a los recursos naturales, la protección del medio ambiente, la seguridad alimentaria, etcétera.
Podríamos sostener entonces, pandemia mediante, que también la salud se ha transformado en una cuestión tan importante como las anteriormente mencionadas.
Por otro lado, otra de las consecuencias económico-sociales es una caída del PBI global de alrededor del 5%, y se empieza a considera a ésta como la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial y tres veces más grande que la de 2008.
Los epidemiólogos consideran que hay varias formas de enfrentar una pandemia, pero sin ningún lugar a dudas, desde su invención, las vacunas han demostrado ser la manera más efectiva y eficaz de hacerlo. Por ejemplo, algunos estudios de universidades de los Estados Unidos consideran que por cada dólar americano invertido en inmunización en 94 países de bajos ingresos, los sistemas de salud de esos países se ahora 16 dólares americanos.
Como una cuestión prioritaria, se ha desatado una verdadera carrera por la vacuna contra el Covid 19. En la primera semana de enero 2021 había 80 vacunas en etapa de ensayo en humanos, 20 de ellas en fase 3 y 7 reguladas para su utilización limitada.
Las cuestiones de política internacional también forman parte de la discusión en torno a las vacunas. Así, según el SerumInstitute de la India se requerirán alrededor de 15.000 millones dosis para vacunar al menos con dos dosis a la población mundial. La cuestión es que la producción de semejantes cantidades sobrepasa en mucho a la capacidad de producción de los laboratorios que actualmente están funcionando. Para ese laboratorio, producir semejante cantidad de vacunas, al ritmo actual de producción, llevaría alrededor de 4 años.
La escasa capacidad de producción de vacunas y el hecho de ser un bien altamente demandado ha determinado que su precio de venta halla elevado sustancialmente. Así, si en promedio las diferentes vacunas para varias enfermedades se venden a alrededor de 3 dólares americanos, las vacunas contra el Covid 19 cuestan alrededor de 15 dólares americanos.
Este hecho, sumado a la transformación de la salud global en una cuestión de seguridad internacional, ha dado lugar a diferentes estrategias de los estados.
Así, en los Estados Unidos, el anterior presidente Donald Trump lanzó una iniciativa conocida WarpSpeed, con el objetivo de producir y distribuir 300 millones de vacunas destinadas a cubrir a toda la población norteamericana, una iniciativa público-privada que reunía a laboratorios, universidades, servicios de salud de la administración, organismos públicos de financiación, productores y el departamento de defensa.
La Unión Europea negoció de manera conjunta la compra y posterior distribución de grandes cantidades de dosis, pagando por adelantado a varios laboratorios, entre ellos BionTech y CureVac alemanas o la francesa Sanofi.
Estas situaciones coexisten también con países que no tienen sistemas de salud públicos desarrollados, y tampoco recursos económicos para hacer frente a la compra de vacunas.
Desde una concepción geopolítica particular, tanto la India como Sudáfrica solicitaron a la Organización Mundial de la Salud, a fines de diciembre de 2020, que se suspendieran temporalmente los derechos de propiedad intelectual para diagnósticos, tratamientos y vacunas del Covid 19.
Pero algo innovador, aparte de las vacunas, pareciera estar emergiendo en el sistema internacional, COVAX. Se trata de una iniciativa multilateral que combina intereses públicos y privados y que trata de dar respuesta a los países de ingresos bajos y medios, cuya capacidad para conseguir acuerdos es menor y su potencial económico no garantiza la inmunización de sus poblaciones. COVAX se ha fijado llegar al 20% de la población en los 94 países de menor ingreso durante el año 2021.
COVAX surge como la iniciativa queda el puntapie inicial a la Alianza Global para la Vacunación –GAVI (por sus siglas en inglés).
La vacuna del COVID-19 se convierte así en el primer ejemplo de cómo se pueden construir plataformas de decisión global alternativas a las organizaciones multilaterales clásicas, no contando necesariamente con el acuerdo de todos los gobiernos.
Análisis exclusivo para Economía y Política