Por Claudio Ava Aispuru.
¿Puede la inversión en obra pública constituirse en uno de los motores de la reactivación económica argentina? Esta pregunta surge de la observación de los datos que el Ministerio de Obras Públicas de la Nación pone a disposición de todos los argentinos; de los cuales se desprende que más de 2 billones de pesos serán volcados a las provincias en los próximos tres años. Dentro de las mil obras en ejecución anunciadas por el presidente Alberto Fernández, las provincias más beneficiadas son Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.
En total, la Región Centro suma 187 grandes obras en marcha que podrían originar, desde las bases, un movimiento ascendente y virtuoso que se convierta en el motor fundamental de la recuperación de la economía nacional.
Con la aparición de la pandemia, desde el año pasado estamos atravesando un cataclismo de dimensiones inimaginables, para el cual no estábamos preparados, que ha trastocado nuestro día a día de modo absoluto y que sigue abriendo frente a nosotros demasiados interrogantes sobre el corto plazo.
Sin embargo, pese al embate de la segunda ola que estamos empezando a atravesar en el país, la llegada constante de nuevas dosis y el significativo avance en el plan de vacunación a lo largo y ancho de nuestro territorio, abren un sinfín de esperanzas de cara al futuro.
En ese sentido, la recuperación de la economía podrá seguir siendo posible en gran medida gracias a este ambicioso programa de inversión pública en infraestructuras, de obras y servicios públicos, que encabeza el ministerio comandado por Gabriel Katopodis y que tiene la particularidad de incidir fuertemente en toda la cadena o circuito económico.
Para la Región Centro y para Entre Ríos en particular, merced a la decisión política del gobernador Bordet, es prioritario proyectar estas obras en vinculación estrecha con nuestras cadenas de valor y con la conectividad para ser más competitivos, haciendo especial hincapié en cuatro aspectos de la conectividad: vial (accesos, caminos, rutas y autovías), ferroviaria (reactivación de los ramales), fluvial (puertos y federalización de la Hidrovía Paraná-Paraguay) y digital (tendido de fibra óptica).
Otros indicadores que nos ayudan a contestar la pregunta inicial tienen que ver con la recuperación del poder adquisitivo del salario, que constituye una condición importante para la reactivación de la economía en su conjunto. En esa línea, la ley que modifica el piso mínimo a partir del cual se paga el Impuesto a las Ganancias beneficiará a más de 1.200.000 trabajadores y jubilados (233.000 pertenecen a la Región Centro), orientando al consumo y al mercado interno aquellos ingresos que estaban alcanzados por este impuesto.
El diálogo, como herramienta política y administrativa, también será un factor clave del proceso de reconstrucción. Al principio de este año ya había quedado en claro que las paritarias serían un objetivo central para el Gobierno Nacional y que estarían vinculadas también a la necesidad de la generación de empleo y la disminución progresiva de los índices inflacionarios. Las perspectivas en ese sentido son favorables, aunque dependerán del esfuerzo individual y colectivo, como también de la capacidad de adaptación que logremos frente a factores internos, externos y bio-sanitarios.
La ventaja comparativa que el país (y muy especialmente la Región Centro) cuenta a partir de poseer un capital humano altamente calificado en numerosos rubros vinculados a la ingeniería de sistemas y ciencias de datos, será asimismo determinante para garantizar la continuidad del proceso en ciernes.
Una buena noticia sin dudas es la tendencia ascendente y sostenida de los precios de los commodities, en gran medida debido a que China ha podido salir muy rápido de la pandemia. La recuperación del gigante asiático ha sido sorprendente, con niveles de producción similares a los que tenía antes de la crisis. En ese marco, en pocas semanas los tres gobernadores del centro estarán lanzando en conjunto con el Consejo Federal de Inversiones, un ambicioso Programa de Inserción de la Región Centro en la República Popular China, que consiste en un ciclo de formación sobre negociaciones y cultura en China, rondas de negocios virtuales para sectores estratégicos (alimentos en general, cárnico, lácteo, frutícola, aceitero y de granos), cooperación técnica en servicios basados en el conocimiento, vinculación e intercambio en el sector educativo y la realización de una Misión Institucional y Comercial cuando las condiciones epidemiológicas lo permitan.
Por supuesto, dependerá de nuestra visión y estrategia el valor que le podamos dar a estos acuerdos, sus potencialidades y limitaciones. La recuperación de la Federación Rusa es otro signo positivo para la economía a escala global; este crecimiento, que se traduce básicamente en un aumento de la demanda de alimentos, es otra importante oportunidad para nuestras cadenas agroalimentarias regionales, donde poseemos una competitividad probada y reconocida internacionalmente.
Frente a este escenario, la obra pública es esencial, porque dinamiza diversos sectores: primarios, secundarios y de servicios. Según estimaciones, por cada vivienda que se construye hay dos obreros trabajando directamente y tres de manera indirecta. Este dato no es menor, considerando que en provincias que han recibido la posibilidad de concretar planes de viviendas como hace algunos años no existían en nuestro país, eso repercute en un claro movimiento económico a escala local, generando encadenamientos virtuosos. Esos programas impulsados desde el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat se complementan con otras obras que también impactarán directamente en la calidad de vida de millones de compatriotas, obras postergadas durante cuatro años porque no eran funcionales al modelo del gobierno nacional anterior: cloacas, agua potable, escuelas, rutas, hospitales modulares, cordón cuneta,comedores.
Ahora bien, las administraciones y empresas del interior productivo del país tienen el enorme desafío de equiparar este ritmo de crecimiento que la Nación está imponiendo a través de una agenda que apuesta fuertemente a la reactivación por medio de la obra pública. Para ello es necesario seguir recuperando la confianza: confianza en nuestras propias capacidades, en nuestro potencial y en nuestros proyectos; debemos apostar al diálogo inter-sectores antes que seguir en la inconducente pelea por los intereses sectoriales; comprender de una vez y para siempre, como le gusta repetir al Presidente Alberto Fernández y al Papa Francisco, que “nadie se salva solo”. Si nuestra voluntad y vocación por construir consensos pueden primar, si a este compromiso le añadimos inversión e innovación, estamos convencidos que vamos a salir adelante, pese a las dificultades que nos depara este presente.
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