Yo me quiero vacunar, ¿y usted?

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“Decidí vacunarme. Me puse a averiguar dónde hacerlo, llamé a mi viejo amigo Ginés González García, a quien conozco de mucho antes que fuera ministro, y me dijo que tenía que ir al Hospital Posadas” contó Horacio Verbitsky en una columna radial. El periodista asegura no haber dimensionado lo que pasaría con sus declaraciones.

El escándalo posterior por demás conocido no parece tener un final cercano. Entre el enojo social, la desaprobación política y el aprovechamiento de la oposición dejaron al gobierno nacional -al oficialismo en general- con un golpe bajo en uno de sus pilares de la gestión en pandemia: la obtención y distribución de vacunas contra el Covid 19 en toda la Argentina.

Cada logro se vio opacado por este repudiable hecho que deja más que nunca al descubierto la gravedad y lo naturalizado que están los favores del amiguismo –no únicamente- en el poder político. En palabras del propio Verbitsky: “no advertí que fuera algo incorrecto, el ejercicio de un privilegio”.

“No nos borramos. Este es un Estado que pone la cara cuando hay que ponerla”. Una frase de otra época formulada por la actual vicepresidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, que en estos días puede retomar su sentido. Pocas horas después de que está situación se hiciera pública y comenzará a transformarse en escándalo en cada medio de comunicación y red social, el presidente Alberto Fernández pidió la renuncia del Ministro de Salud Ginés González García. Nada importó que ese hombre sea considerado uno de los sanitaristas más importantes de nuestro país desde la vuelta de la democracia, para muchos y muchas a la par de Ramón Carillo, mostrando así una decisión presidencial si se quiere disciplinatoria para el presente y futuro. “Con las vacunas no se jode” fueron las palabras del máximo mandatario.

La renuncia no fue suficiente para apagar el bullicio de tal acontecimiento y todo el Plan Rector de Vacunación Covid 19 llevado adelante hasta ese momento, entró en tela de juicio.

Entre denuncias en la Justicia a Ginés y a su sobrino Lisandro Bonelli quien era jefe de Gabinete de la cartera -este último señalado como principal organizador de a vacunación irregular-, Carla Vizotti, ya flamante ministra de Salud, pidió que se hagan públicas las personas que fueron inoculadas en el Hospital de Posadas (dependiente de Nación) y en el propio Ministerio. La denominación de Vacunatorio Vip instalada en cada portada y en el vocabulario de cada vecino/a, hizo necesaria la contundencia de Vizotti en su primera comunicación al frente de la cartera: «Que haya un Vacunatorio Vip significa que hay una instalación donde las vacunas están ahí y la gente va en forma permanente, eso es absolutamente falso” y enfatizó que se trató de un “caso puntual”.

A nivel provincial -como era de esperarse- las repercusiones no tardaron en llegar. Se conoció un listado con personalidades políticas y allegados se habían vacunado en Entre Ríos. «En ningún caso la inmunización de este grupo de personas significó o va a significar alterar de algún modo la planificación original del Plan Rector de Vacunación COVID-19” aseguró el gobierno a través de un comunicado difundido.

Personal Estratégico y oficialización de las personas vacunadas.

El esfuerzo del gobierno nacional por transparentar y remediar –si acaso es posible- el grave error de las vacunaciones fuera del orden oficial tuvo su plenitud durante la semana pasada. La ministra de Salud, Carla Vizzotti con la Comisión Nacional de Inmunizaciones, un ente conformado por funcionarios de Salud con especialistas y posteriormente firmó la Resolución 2021 -publicada el viernes en el Boletín Oficial- que reglamenta un sistema con el fin «validar una definición específica de lo que es personal estratégico» de los tres ámbitos del Estado -Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial- que se considera con prioridad para recibirla.

Quizás el error más importante de la gestión fue algo que podía solucionarse con la toma preventiva de estas de medidas y aclaraciones. Cabe recordar que, en un primer momento, la aplicación de las vacunas en el país–sobre todo la Sputnik V- fue muy cuestionada. A pesar de la aprobación alcanzada por la vacuna en el ámbito científico, una parte de la población aún desconfíaba de ella por variadas cuestiones: mitos, prejuicios, malentendidos, variables políticas, locales e internacionales, ideologías y geopolítica planetaria.

Como en un primer momento se apostó por negociar las dosis con el gobierno ruso a pesar del esceptismo que esto causaba, fue de sentido común que, al llegar nuestro país, muchos funcionarios/as y conocidas personalidades de distinto ámbito, se convocaran para una campaña de vacunación con el objetivo de generar confianza en la sociedad.

Por esto mismo la doble salida al mismo hecho: si era de público conocimiento –incluso buscado, preparado- que ciertas personas se aplicaran la dosis- ¿por qué no hubo un registro oficializado de las mismas? Incluso como estrategia política era conveniente ante una oposición que debate hasta los punto y coma se podía vaticinar que buscaría fallas en el plan más importante del gobierno.

El vaso ya está derramado. Por lo pronto, al gobierno nacional y a cada jurisdicción encolumnada con el oficialismo le queda una sola solución. Vacunar. Vacunar de la forma más rápida, efectiva y clara posible. Que las dosis lleguen al país y se distribuyan de manera federal a cada rincón de la Argentina para que todos y todas puedan acceder a ellas, tal como se prometió.

Ese parece ser el camino elegido: el jueves arribó al país un vuelo proveniente de China que trajo 904 mil vacunas Sinopharm producidas en territorio chino que ya comenzaron a ser distribuidas. Se sumaron 96.000 este el domingo para completar así el millón acordado más otra partida de dosis de la vacuna Sputnik V.

Según el Monitor Público de Vacunación, hasta el sábado a la mañana se distribuyeron 1.738.410 dosis de vacunas contra el coronavirus, de las cuales se aplicaron 984.895 dosis.

Sin duda el gobierno –más allá del amiguismo presente desde hace décadas en la política en general- presenta graves falencias a la hora de comunicar, sobre todo un tema de extremada sensibilidad social como son las vacunas contra la pandemia que modificó de forma extrema a la vida de la gente. No sólo en el ámbito sanitario ha tenido innumerables desatinos en sus dispositivos de comunicación que, en este caso más que nunca, enfatizar una necesaria revisión sumada a las renuncias y claridad de listados oficiales.

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