Maximiliano Nicolás Pullaro nació el 6 de diciembre de 1974 en Hughes, Santa Fe, provincia que gobierna desde diciembre de 2023. Su carrera en la política viene en ascenso desde hace una década: fue ministro de Seguridad provincial, de 2015 a 2019, durante el mandato del socialista Miguel Ángel Lifschitz, y tras un paso como diputado, fue electo gobernador con más del 58% de los votos, resultado histórico que le permitió al radicalismo volver a la Casa Gris después de 60 años. Militante de la UCR desde hace 30, fue productor agropecuario, boxeador amateur, y a finales de la década del ’90 se recibió de Licenciado en Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Rosario.
Sin levantar nunca el tono de voz, en la Casa de la provincia de Santa Fe, a 200 metros de la Casa Rosada, donde se hospeda cada vez que viene a Buenos Aires, Maximiliano Pullaro fue entrevistado por el diario Clarín. A su espalda un retrato de Estanislao López corona la oficina austera. Arriba del escritorio, hay una computadora, un termo y un mate. El mandatario radical intercala objeciones leves al Gobierno con respaldos y agradecimientos contundentes. El más importante tiene que ver con los resultados en materia de seguridad que permitieron que la tasa de homicidios bajara un 70 por ciento en Rosario y un 50 por ciento en Santa Fe, para llegar al número de víctimas más reducido desde 2000.
El gobernador de Santa Fe habla con más pasión sobre los motivos de la baja de la tasa de asesinatos que de cualquier otro tema. “Ejercimos el control de la cárcel desde donde se mandaban a cometer los delitos violentos. Los presos tenían un verdadero call center del delito desde las cárceles. En segundo lugar, recuperamos el control de la calle. Multiplicamos por 10 o por 15 la presencia policial en la calle también gracias al rol que tuvo el Gobierno y, en particular Patricia Bullrich. En tercer lugar, fue muy importante el fortalecimiento de la justicia penal provincial, la implementación del sistema acusatorio y la mejora la calidad de las investigaciones que nos permitió llegar a detenciones muy rápidas de delitos muy complejos”, enumera.
Pullaro explica en la nota con el diario Clarín los retrocesos en los últimos 4 años por la falta de coordinación y estrategia durante la gestión de Alberto Fernández y Omar Perotti. “Ahora fue muy fuerte tener a los tres poderes del Estado y los tres niveles del Estado -Nación, provincia y municipios- trabajando juntos. Lo de los últimos años había sido muy caótico. Hubo mucha impericia”, se lamenta.
También celebra la presencia de los curas católicos y los pastores evangélicos en los barrios más violentos de Santa Fe. “Muchas personas que veneraban a San La Muerte y justificaban sus actos de violencia, hoy se han acercado a la palabra de Cristo y a la Biblia. Eso también tiene un impacto positivo”, sorprende antes de hablar de la necesaria reconciliación entre familiares de integrantes marginales de bandas asesinados.
Lejos del triunfalismo, Pullaro pone paños fríos. “No es una batalla ganada. Lo planteo con mucha prudencia, por más que los resultados son contundentes”, sostiene. Promete que será diferente entre 2026 y 2027, cuando termine de instalar las 5 mil de cámaras de seguridad que convertirán a su provincia en el distrito más vigilado electrónicamente del país, y cuando culmine la construcción de 4 mil celdas, la misma cantidad que se hicieron en los últimos 40 años. Tampoco se adjudica todo el éxito y recuerda que, cuando bandas narco mataron a 4 civiles para sembrar terror, la provincia tuvo el acompañamiento del Gobierno nacional y hasta del gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, quien envió patrulleros. De todos modos, a nadie más agradece que a Patricia Bullrich. “Asumimos con un plan. Teníamos un plan y fue una bendición que Patricia fuera la ministra de Seguridad, porque sabía muy bien qué hacer, qué rienda agarrar rápidamente”, concede.
Entre las impugnaciones que le hace al Gobierno reconoce al diario Clarín la demora en la obra pública. “Creo en la obra pública como motor del desarrollo. La Nación se tiene que hacer cargo de su parte”, sostiene.
Argumenta que, si la el Gobierno no cumple, el Estado debería transferir las rutas nacionales para que las provincias se hagan cargo con un sistema de peajes. “Por Santa Fe pasan dos millones doscientos mil camiones por año y el estado de las rutas nacionales es el peor de los últimos años. Nosotros tenemos un plan, hasta el momento el Gobierno no cumplió con lo que firmó”, sentencia.
En Santa Fe, donde no hay reelección, avanza con más fuerza que nunca la idea de una reforma de la Constitución provincial, “la más vieja del país”, como recuerda el gobernador. Pullaro se desentiende. “El Ejecutivo no lo está impulsando. Tengo la responsabilidad de estar hiperconcentrado en la gestión. Eso (la reforma) te distrae muchísimo. Es un debate transversal de la legislatura”, explica. Asegura que, si fuera su responsabilidad, se enfocaría en que la nueva Carta Magna incorporara instituciones y herramientas para consolidar la seguridad, mejorar la calidad educativa y fortalecer el desarrollo. Unidos, su fuerza, tiene tres proyectos. El peronismo y la izquierda, también tienen sus propuestas. Todas incluyen reelección, un detalle que podría modificar el horizonte de la carrera del gobernador en el mediano plazo.
A continuación, la entrevista publicada en el diario Clarín.
¿Cómo analiza la victoria de Donald Trump en Estados Unidos?
-Claramente el mundo está cambiando y está consolidando otro tipo de liderazgos. Yo no lo hubiese votado a Trump, pero su victoria tal vez le pueda venir bien al modelo que se está llevando adelante en la Argentina por la afinidad ideológica que hay entre los presidentes.
¿Ve similitudes entre Trump y Milei?
-Veo tal vez afecto. El Presidente siempre tuvo una mirada positiva sobre el liderazgo de Trump y eso le puede venir bien al país. La política de Trump se basa mucho más en el proteccionismo económico y no tanto en el liberalismo ideológico, pero veo afinidad y eso le puede venir bien a la Argentina.
-Esta semana estuvo con el Presidente y otros gobernadores radicales. Le expresó su malestar por acusar de golpista a Alfonsín y él le habló de Alvear y Frondizi.
-Le planteamos el dolor de que se ataque una figura que para nosotros es la que nos motivó a sumarnos a la política. El Presidente de una manera afectuosa planteó: “No me dicen nada cuando hablo bien de Frondizi y de Alvear”. No fue una discusión y en ningún momento hubo tensión, todo fluyó. Sí creo que nosotros teníamos que manifestar nuestra incomodidad, porque la Argentina sale adelante si tenemos la capacidad de hacer lo que hicimos: sentarnos pensar juntos alternativas y no herirnos. A mí me hiere cuando hablan mal de Alfonsín, porque creo que realmente hizo un esfuerzo para consolidar las instituciones democráticas.
-El Presidente dice que las formas no importan. ¿Usted cree lo mismo?
-Nosotros somos grandes y siempre miro mucho más el fondo que la forma. Y el fondo tiene que ver con las políticas que se llevan adelante y los cambios que se pretenden hacer. La forma incomoda y molesta y tal vez yo no la preferiría, pero lo importante siempre es el fondo y el norte que toman las políticas públicas.
-Pero respecto a las formas institucionales: ¿aceptaría que se nombrara a un juez de la Corte por decreto?
-De ese decreto no se charló en lo más mínimo y es un debate que a mi criterio tienen que dar los partidos políticos y los bloques de senadores. Es difícil hablar de supuestos cuando están lejos.
-A la salida de la Casa Rosada advirtió que hubo una baja en la coparticipación. ¿Es sinónimo de la recesión?
-Hay datos positivos de la economía. Hay una pequeña recuperación económica y un pequeño crecimiento en el empleo en el interior. Se frenó una curva y empezó a crecer muy levemente, pero hay un impacto negativo lo que son los impuestos coparticipables. Es producto de la recesión que de a poco se va a recomponiendo y va empezando a entrar en ciclo más pronunciado -pero lento- de la recuperación económica. Hasta ahora el impacto es negativo en función de la caída de recaudación.
-El Presidente viene diciendo desde la semana pasada que se terminó la recesión. ¿Está de acuerdo?
-Veo que la gente todavía la sigue pasando mal, hay un 52% de pobres que no son responsabilidad del gobierno sino de las políticas de los últimos años. Veo un freno en la caída económica y un rebote que empieza a mostrarse como recuperación, pero es muy pequeño. No va a ser una recuperación en “V”. Va a ser muy paulatina y nos va a permitir, con un estado ordenado en el equilibrio fiscal, poder planificar de una manera diferente. Eso le va a permitir a la Argentina encontrar parámetros de crecimiento en el mediano y en el largo plazo.
¿El ajuste del Gobierno fue de más licuadora o de motosierra?
-Hubo un recorte muy grande a las provincias de todo lo que es la que se denomina coparticipación secundaria que tiene que ver con los recursos que tiene el Estado nacional y que siempre fueron invertidos. Y hubo un recorte que no debería haber, que tiene que ver con las transferencias legales, como las cajas de jubilaciones de las provincias que no las transfirieron a la nación. Hubo motosierra para las provincias y lo estamos discutiendo en la Corte. Después sí hubo licuación y eso le permitió al Estado ordenar las cuentas y bajar la tasa de interés, el riesgo país, la inflación y pagar intereses de la deuda.
¿Por qué dice que Milei tiene más éxito político que económico?
-En lo político instala muchos temas. Tiene mucha claridad para abordarlos. Con el funcionamiento de la educación se terminó discutiendo “auditorías sí” o “auditorías no” y ese no era el tema de fondo. Es un debate que termina ganando el Presidente en vez de discutir lo que plantea la norma, que es el financiamiento de 6 por ciento del producto. Cuando plantea la disolución de la AFIP también tiene que ver con un triunfo político en un momento de mucho debate ideológico. Veo más triunfos políticos que económicos, pero también veo que ha bajado la inflación, el riesgo país, la tasa de interés y que hemos logrado el equilibrio fiscal. El desafío es cómo invertir para poder crecer.
¿No se necesitan acuerdos entre todo el arco político para que lleguen inversiones o basta con ordenar la macroeconomía?
-La macroeconomía se está ordenando y hay una perspectiva política de que puedan empezar a venir inversiones a la Argentina, porque el mundo está demandando lo que Argentina tiene: energía y alimentos.
¿Dijo que Unidos (la coalición que encabeza en Santa Fe) no le cierra la puerta a nadie? ¿Puede haber un acuerdo electoral con La Libertad Avanza?
-Lo que dije que Unidos es un programa de gobierno convalidado por la sociedad de santafesina, que nos acompañó en un 60 por ciento. Tiene que ver con el orden del Estado, la eficiencia en la administración de los recursos, una política de seguridad, una política educativa, de desarrollo. Todos los que coincidan con el programa de gobierno pueden ingresar. No es un frente cerrado que expulsa gente, es un frente abierto, depende de los demás actores.
¿Imagina a dirigentes de LLA en ese armado?
-No me imagino a nadie en particular. Quien entienda el rumbo de la provincia y del gobierno, puede entrar. No es un debate político de partidos. Es un modelo de gestión y un plan de gobierno.
¿Se puede replicar ese núcleo de coincidencias a nivel nacional?
-El radicalismo está discutiendo cuál es el rol y cuál es el rumbo. Hay muchas cosas que el radicalismo ya sabe: con el kirchnerismo no podemos ir a ningún lado. Después hay mucho debate. El bloque de diputados se dividió en tres partes. Algunos son más opositores, hay un sector que tiene una posición crítica pero que a su vez tiene diputados que acompañan las políticas de gobierno y otros se quedaron en el medio.
¿Y su posición cuál es?
-Charlar, la UCR tiene que debatir con honestidad política. Por eso valoro mucho a Martín Lousteau. Es una de las pocas personas que dice lo que piensa y hace lo que dice.
¿Cuál es su posición sobre Aerolíneas Argentinas?
-Ninguna empresa del Estado puede perder 700 millones de dólares por año, porque eso es sumamente regresivo. ¿Quién paga eso? Los que no pagan. Necesitamos una aerolínea de bandera, porque hay que llegar a muchísimos lugares, pero hay que ordenarla. En la empresa de aguas de Santa Fe, el 90 por ciento de las tarifas se cubría con subsidios. Hay cosas que se tienen que corregir. Las empresas tienen que lograr eficiencia si se quieren mantener en el Estado. Creo en el Estado y en las empresas del Estado. Tengo una empresa de energía, pero que va a ser eficiente, va a ganar guita y la va a invertir en el desarrollo de infraestructura. Ahora, si una empresa pierde más de US$ 2 millones por día, algo anda mal.
¿Pero entonces hay que sanear o privatizarla?
-Yo intentaría sanearla. Indudablemente Milei quiere privatizarla. Pero claramente así no va más.
Fuente: Clarín