Hasta inicios de 2000, la Iglesia católica francesa mostró una “cruel indiferencia” con las víctimas de estos abusos que tuvieron un “carácter sistémico”, subrayó durante la presentación del informe en París el presidente de la Ciase, el exalto funcionario Jean-Marc Sauvé.
El pontífice argentino “piensa ante todo en las víctimas, con inmenso dolor por sus heridas y con gratitud por su valentía para denunciar” y desea que la Iglesia francesa, “consciente de esa terrible realidad”, “emprenda un camino de redención”, reza un comunicado del Vaticano.
Sauvé, católico practicante de 72 años, entregó el informe de más de 2.000 páginas, “una pesada carga tanto en el sentido literal como figurado”, a responsables de la Conferencia Episcopal (CEF) y a la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Francia (Corref), que lo encargaron.
La respuesta del episcopado francés fue más allá que la del papa. “Mi deseo en el día de hoy es pedirles perdón”, dijo ante víctimas y prensa el presidente de la CEF, monseñor Éric de Moulins-Beaufort, que expresó su “vergüenza” y “determinación a actuar”.
Francia no es un caso aislado. Al menos 3.677 niños fueron víctimas de abusos de religiosos en Alemania entre 1946 y 2014, según un informe de 2018, y, según abogados independientes, se presentaron en Estados Unidos más de 11.000 denuncias.
Otros escándalos estallaron en Chile, Canadá o Australia. En abril, expertos mandatados por la ONU, pero que no hablan en su nombre, pidieron al papa Francisco que actúe y expresaron su “gran preocupación” por las numerosas acusaciones.
El pontífice argentino ha convertido la lucha contra las agresiones sexuales, conductas que hacen del clero un “instrumento de Satán”, en una de sus prioridades y publicó en 2020 un manual para gestionar denuncias en la Iglesia.
Infierno
La Ciase inició sus trabajos en febrero de 2019 tras una serie de escándalos, como el del sacerdote Bernard Preynat, condenado en 2020 a cinco años de prisión por abusos en los años 70 y 80 y cuyo caso inspiró el premiado film “Grâce à Dieu” (Gracias a Dios), de François Ozon.
“Ustedes, miembros de la comisión, regresan del infierno”, les dijo durante la presentación François Devaux, fundador de La Parole Libérée, una antigua asociación de víctimas que en 2016 denunció el caso de Preynat y la inacción de cardenal Philippe Barbarin.
Las primeras cifras avanzadas ya dieron muestra del horror. De los 115.000 sacerdotes o religiosos hombres censados en los últimos 70 años en Francia, hubo “entre 2.900 y 3.200 pederastas”, dijo Sauvé, precisando que era una “estimación mínima”.
Los chicos de entre 10 y 13 años representan el 80% de sus víctimas. Otra de las conclusiones del informe es que la Iglesia católica, fuera de la familia y los amigos, es el ambiente donde la prevalencia de las agresiones sexuales es mayor.
Además de evaluar el alcance de los hechos, los expertos (abogados, teólogos, psicólogos, historiadores…) evaluaron la respuesta de la Iglesia y formularon 45 propuestas para reconocer el dolor de las víctimas, evitar otros casos y reformar el derecho canónico.
Seis asociaciones de víctimas indicaron en un comunicado que esperan “respuestas claras y tangibles”. “Es histórico. Ya no podrán decirnos que ensuciamos la Iglesia, que hay que pasar página”, dijo Véronique Garnier, una víctima.
La Ciase pide a la Iglesia que reconozca su responsabilidad “sistémica”, que ponga en marcha ceremonias públicas para honrar a las víctimas y que deje claro que el secreto de confesión no cubre esos delitos, que deben ser denunciados a la justicia.
Otras de las recomendaciones es indemnizar a las víctimas por los “daños sufridos”, pero con el patrimonio de los agresores o de la Iglesia y no con aportaciones de los fieles. “Ustedes deben pagar por todos estos crímenes”, les urgió François Devaux.
Los mayoría de los hechos están prescritos y sus autores ya fallecieron, por lo que es improbable un recurso a la justicia. El episcopado francés ya prometió para 2022 indemnizaciones financieras, algo que no suscita unanimidad entre las víctimas.
Fuente: www.ambito.com