Hace tan solo 3 días Argentina vivió un escándalo. No hace falta adentrarse tanto en los hechos ya que casi todo el mundo se enteró e indignó cuando se diseminó masivamente el relato de Verbitsky acerca de cómo había logrado vacunarse gracias a un llamado a su «amigo» Ginés. Más aún explotó el tema cuando Alberto Fernández pidió la renuncia del ministro y gran parte de la oposición vió «LA» oportunidad de profundizar el escándalo rasgándose las vestiduras por el error del sanitarista, en un año electoral y más aún luego del papelón que sufrieron con el acierto de Alberto con la «Sputnik V», era y es su momento de exprimir la equivocación para intentar manchar toda la campaña de vacunación.
Hay algo que es incuestionable, que lo acontecido es repudiable, indigna que los amigos del poder, o aquellos que poseen algún tipo de poder saquen beneficios frente a otros en algo que representa tanto y toca fibras sensibles como es el hecho de vacunarse y consecuentemente reducir las probabilidades de contagiarse o reducir los efectos del virus. En este sentido sin buscar justificar el hecho, ni meter a todos en la misma bolsa, también tenemos que reconocer que vivimos en un país donde tomar atajos, sacar ventaja, beneficiar a amigos o familiares es moneda corriente desde las esferas más altas a las más bajas.
Y me detengo en esto último porque así como indignó a muchos la falta ética del ministro, la cual fue instantáneamente corregida por el presidente Alberto Fernández, indigna la particular sobreactuación por parte de ciertas figuras y sectores de la oposición que durante la gestión anterior estuvieron calladas mientras algunos dirigentes se cansaron de usar el poder para beneficiar a familiares, empresarios, amigos, como en el caso del decreto que habilitaba el blanqueo de familiares del ex presidente, la causa parque eólicos donde hace día atrás pidieron por la detención del hermano Gianfranco del ex presidente, las multimillonarias contrataciones por parte del gobierno de Macri a su amigo Nicolás Caputo y así se podría seguir ampliando la lista con hechos «antiéticos», pero dejando esos «pequeños» detalles de lado, el colmo del caradurismo sucedió ahora cuando se empezaron a cuestionar a absolutamente a todas las figuras políticas que se dieron la vacuna, y se comenzaron a filtrar además listados truchos de vacunados con el objetivo anteriormente mencionado de manchar la campaña de vacunación.
Ahora invito a la reflexión por unos segundos a pensar porqué políticos se vacunaron previamente, sacándose fotos e incitaron a la sociedad a que se vacunen ni bien comiencen las campañas de vacunación. Para los que no recuerdan, hasta hace no mucho más que un mes atrás la Sputnik V era veneno según algunos dirigentes, hicieron tal campaña mediática en contra de la vacuna rusa pidiendo informes, descalificándola hasta que se volvió necesario mostrarle a los ciudadanos argentinos de que no tenían porqué temer, que era segura, ese fue uno de los mayores motivos por el que en diversos lugares se optó por llevar adelante ese camino.
Con un mero deseo concluyo, sería muy provechoso para la sociedad Argentina que se descubra una vacuna contra el virus del caradurismo, así varios se la dan.