Desde los altos cargos públicos de salud parece que los tiempos de cambio no han llegado. Lejos estamos de ver cómo la capacidad y formación son la herramienta para los logros del personal de salud. Hoy, el mérito no es ser el que más estudia o más se esfuerza en obtener nuevos conocimientos, realizar prácticas innovadoras o simplemente esforzarse para crecer día a día. El mérito es quién tiene los mejores contactos y el mejor padrino para que lo ubique dentro del sistema de salud público provincial, independientemente del esfuerzo o tiempo dedicado al asistencialismo, la mayoría de las veces por mucho tiempo ad honorem.
El sistema de salud entrerriano está en crisis, la misma crisis que ha sumergido al país desde hace muchos años. Esta crisis de integridad va lentamente socavando la vocación de servicio y eliminando progresivamente en cada uno de sus integrantes el ímpetu de la formación continua que caracteriza la profesión. Entender que estas conductas repetitivas en la administración pública solo profundizan el estado deplorable de la salud pública actual es una base fundamental para encarar cualquier proceso de cambio.
Que nuestro honorable ministro de Salud «ubique» a sus hijos en establecimientos públicos, inclusive creando nuevos cargos en sectores que no necesitan más personal, no hace otra cosa más que desmoralizar a todo el personal que lleva años trabajando siguiendo las reglas, las reglas escritas en la ley. Ingresar al sistema asistencial requiere comenzar con una concurrencia (6 meses sin sueldo), una adscripción (6 meses más sin sueldo), luego una suplencia si algún médico se jubila y finalmente, en muchos años, a lo mejor acceder a un concurso con el que puede obtener su cargo.
Es moneda corriente ver profesionales de la salud estar varios años bajo cargos no arancelados, como por ejemplo Podología del hospital San Martín, sin siquiera una remuneración por años. Personal sumamente necesario que no obtiene su reconocimiento ni cargos porque no hay, pero para el «familiar de» aparecen los cargos sin problema. Y no solo cargos, también otros extras.
Las desigualdades del sistema no involucran solo al capital humano. La costa del Uruguay ha sido sistemáticamente beneficiada políticamente, ya que gracias a múltiples cajas se ha podido subsidiar económicamente a los hospitales. Es muy interesante que mientras el hospital principal de la provincia posee capacidad gerencial con 3 puestos directivos, el hospital Masvernat tiene, por ejemplo, 5 cargos jerárquicos, y con sueldos finales gracias a múltiples aportes (ministerio, municipalidad, Cafesg, etc.) que triplican a los del hospital más importante de la provincia, que para colmo recibe toneladas de derivaciones de la otra costa.
Salir en la foto inaugurando un equipamiento «donado» que no llevó siquiera gestión ni inversión es realmente una burla. Sin embargo, pareciera que es la única manera que se pueda modernizar la decadente infraestructura de la salud entrerriana, que en comparación con las demás provincias del país es sin dudas la peor. No existe una provincia con menor equipamiento y prestaciones que Entre Ríos. Es triste ver cómo los profesionales migran a trabajar a otras provincias no solo por sueldos, sino por poder ejercer de una manera digna.
Los entrerrianos estamos presos de un sistema de salud que nos expone a mayor riesgo de morir, un servicio que no posee sistema de emergencias extra hospitalario, donde si tienes un accidente llega una ambulancia sin médico, una infraestructura muy relegada en tecnología, con tercerización de prestaciones por deficiencias de personal e infraestructura.
Todo lo antes expresado es muy fácilmente comprobable y cualquiera que haga muy pocas preguntas podrá corroborar esta realidad. Como dijo Aristóteles: «La esperanza es el sueño del hombre despierto». ¡Exijamos lo que corresponde!
Nota enviada por un médico entrerriano cuyos datos se reservan.