Guerra en el paraíso. Río de Janeiro sufrió el más violento operativo policial contra las favelas donde se camufla el narcotráfico de las últimas décadas, con un saldo de por lo menos 64 muertos y decenas de heridos. De ese número de víctimas fatales, que es provisorio, 60 corresponden a civiles, entre quienes hay traficantes y vecinos inocentes atrapados en el fuego cruzado, y cuatro agentes de las fuerzas de seguridad.
Helicópteros y drones policiales continuaban sobrevolando el Complexo do Alemão y el Complexo da Penha, dos populosas barriadas pobres, a última hora de la tarde de este martes, cuando todavía se escuchaba el tableteo, ahora más esporádico, de las ametralladoras utilizadas por el Batallón de Operaciones Especiales de la Polícia Militar y por los muy bien armados integrantes del Comando Vermelho, la facción narco más antigua del país. La explosión de algunas granadas añadía más sobresalto.
Más temprano desde esas aeronaves policiales fueron registradas las imágenes de supuestos miembros del Comando Vermelho, huyendo por entre la mata frondosa que cubre los morros. El escape se realizaba a través de veredas estrechas. Algunos fugitivos vestían ropas camufladas, aparentaban ser jóvenes y posiblemente sean conocedores de ese paisaje bello por el cual se movían con destreza. Están en la parte alta de los morros por donde intentarán llegar hacia otras favelas para guarecerse.
Más abajo del lugar por donde sucedía el escape están las favelas del Complexo do Alemão y el Complexo da Penha, cuyas escuelas, centros de salud y comercios permanecieron cerrados desde temprano, mientras los vecinos, en pánico, usaban sus celulares para captar la guerra de la que son testigos en peligro.
La ofensiva policial empezó alrededor de las seis de la mañana y continuaba, con menos intensidad a las cinco de la tarde, hora en la que el número de arrestados superaba los 90. Varios presos habrían venido del nordeste y la región amazónica, hasta donde se expandió el poder del Comando Vermelho en los últimos años.
Caos
Las calles de las dos favelas escogidas como blanco de la policía estadual de Río de Janeiro fueron bloqueadas con piedras y neumáticos incendiados para obstruir el avance de los “caveirões”, unos carros blindados y artillados utilizados por el Batallón de Operaciones Especiales.
Estos obstáculos demoran pero no impiden el paso de esas moles negras desde donde se dispara hacia todo lo que esté en el entorno, sean delincuentes armados o amas de casa.
Desde sus viviendas miles de vecinos asisten a la barbarie sin salir de casa. “De un lado nos amenazan los delincuentes, del otro los policías entran en las casas y agreden”, dijo el morador de una da las favelas bajo condición de anonimato al portal de noticias UOL.
Más allá de las calles y comercios vacíos de las comunidades pobres, el caos se contagió al resto de la ciudad donde varias avenidas fueron bloqueadas, atrasando la circulación de miles de cariocas, habituados a esta guerra de baja intensidad. Es común que los automovilistas consulten cada mañana aplicaciones como “Fuego Cruzado” para saber por que avenida se puede transitar y en cual no, debido a las balaceras que se han vuelto prácticamente una rutina.
Gobernador bolsonarista
El gobernador Claudio Castro, aliado del expresidente Jair Bolsonaro, solicitó que el gobierno federal envíe a las Fuerzas Armadas para sumarse al combate contra los narcos . Y justificó la violencia desplegada por las 2,5 mil tropas movilizadas desde primera hora de este martes,alegando que los miembros del Comando Vermelho no son delincuentes comunes sino “terroristas” contra los cuales es necesario utilizar todo el poder de fuego del Estado.
“Son terroristas”, se sumó un columnista de la filial brasileña de la cadena estadounidense CNN, a la cual el gobernador Castro le concedió una entrevista.
Ese canal de noticias también fue beneficiado por la policía, que le cedió las imágenes captadas por sus helicópteros de los posibles narcos escabulléndose en lo alto de las favelas del Alemão y Penha.
Lula
La crisis sorprendió al presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, en medio del viaje de retorno de Malasia donde el domingo se reunió con su colega norteamericano, Donald Trump.
Desde el avión de la Fuerza Aérea que lo trae de regreso al país, autorizó a su vicepresidente, Geraldo Alckmin, y su ministro de la Casa Civil, Rui Costa, que convoque una reunión urgente en el Palacio del Planalto para discutir sobre la crisis.
La magnitud del problema no permite que el encuentro se postergue hasta el miércoles, cuando el jefe de Estado debe aterrizar en Brasilia.
Antes de comenzar el encuentro el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Ricardo Lewandowsky, anticipó la reticencia de la administración Lula en firmar un decreto de Garantía de la Ley y el Orden (GLO) necesario para que los militares se desplacen hasta Río de Janeiro.
La militarización más que una opción, es una línea roja: si el gobierno la atraviesa fortalece la tesis de que el narco es un asunto propio de la defensa nacional, tal como lo plantea el gobernador Castro y el bolsonarismo en general.
Al cierre de esta crónica aún no había una manifestación del gobierno sobre lo acordado durante el cónclave ministerial, y no puede descartarse por completo que, si la crisis se espiraliza, se opte por mandar soldados a las favelas desde lo alto de de algunas de las cuales se divisan las bellísimas playas cariocas.
Fuente: Página 12










