12-05-2025 06:55 pm
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El estadounidense Robert Prevost es el nuevo Papa y eligió el nombre de Leon XIV

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Tras días de expectativa global y negociaciones internas, la Iglesia Católica consagró a su nuevo líder: Robert Prevost fue elegido por el Cónclave como el sucesor de Francisco, lo que marcó el inicio de una nueva etapa para el Vaticano. Rebautizado como Leon XIV, el flamante Papa asume en un contexto de tensiones sobre el futuro de las reformas impulsadas por su antecesor y el desafío de responder a una fe cada vez más interpelada.

El anuncio llegó tras un Cónclave que se extendió durante 2 días y un total de 5 votaciones, igual que durante la elección de Francisco. Así, la fumata blanca se vio, aproximadamente, a las 13:07(hora Argentina) y así, la Iglesia Católica anunció al mundo entero la llegada de un nuevo Papa.

Quién es Robert Prevost, el sucesor del papa Francisco


Nacido en Chicago en 1955, y criado en una familia católica de raíces obreras, Prevost ingresó a la Orden de San Agustín en su juventud, impulsado por una vocación misionera que se consolidó con sus estudios de filosofía y teología en la Catholic Theological Union y posteriormente en Roma, donde se doctoró en Derecho Canónico.

Fue ordenado sacerdote en 1982, y pronto comenzó una trayectoria que lo llevaría fuera de Estados Unidos, alejándolo del confort del ámbito académico para ponerse al servicio de las periferias.

Su vínculo con América Latina y controversias

Sus primeros años ministeriales lo encontraron en Perú, donde ejerció como misionero en una región pobre del norte del país, en la diócesis de Chulucanas. Allí desarrolló una pastoral centrada en la cercanía, la formación de comunidades y la defensa de los derechos humanos, experiencia que marcó profundamente su perfil: un religioso comprometido con la realidad social de América Latina, que aprendió a conjugar el rigor doctrinal con una mirada pastoral atenta a los más vulnerables.

Desde 2023, ocupa el estratégico puesto de prefecto del Dicasterio para los Obispos, un rol que lo convierte en el principal asesor del pontífice en la designación de obispos en todo el mundo. Esa función, además de la confianza explícita de Francisco, le ha dado un lugar privilegiado en la estructura de poder vaticana.

En cuanto a su estilo, se lo puede describir como sobrio, de tono pastoral antes que político, mientras que su perfil público es discreto, aunque no exento de influencia: en voz baja, construyó redes tanto en América como en Roma.

Prevost también carga con controversias, dado que durante su tiempo en Perú, su gestión fue cuestionada por presunto encubrimiento en algunos casos de abusos dentro de su diócesis. Aunque no hay cargos formales, las denuncias mediáticas han manchado su imagen, especialmente entre los sectores que reclaman mayor transparencia en la Iglesia.

Este punto en particular podría pesar en el cónclave, donde la exigencia de “tolerancia cero” frente al abuso clerical se convirtió en línea roja. No obstante, su ascendencia entre los cardenales electores se mantiene firme, dado que es un hombre de gobierno, con la estructura mental de los religiosos formados en Roma, pero con los pies puestos en la realidad pastoral de los pueblos más alejados del poder.

El acercamiento con Latinoamérica, ¿pesa en la decisión?

Su español fluido, su sensibilidad con la cultura latinoamericana y su proximidad al pensamiento de Francisco lo convierten en un candidato de continuidad, aunque sin el carisma expansivo del fallecido pontífice.

En los pasillos del Vaticano, algunos lo ven como un “puente” entre dos Iglesias: la institucional y la popular; la del Norte global y la del Sur. En tiempos donde se barajan nombres de África, Asia y América Latina, un norteamericano con corazón latino puede resultar una carta inesperada. Si el próximo cónclave busca un perfil moderado pero firme, de gobernabilidad silenciosa y visión global, Robert Prevost podría emerger como una figura de consenso.

Con una Iglesia en plena transición, marcada por los desafíos de la secularización, la polarización interna y la necesidad de continuar el legado reformista de Francisco, el cónclave que ya se encuentra en marcha se presenta como un punto de inflexión.

Bajo este escenario, Prevost se perfila como una opción de equilibrio: suficientemente cercana al ideario del papa argentino como para garantizar continuidad, pero con el perfil institucional y sobrio que muchos cardenales valoran en tiempos de cambio. Si los electores buscan una figura que combine experiencia pastoral global, formación doctrinal y capacidad de gestión, el nombre del cardenal estadounidense podría ganar fuerza cuando las puertas de la Capilla Sixtina se cierren.

El legado del papa Francisco

Desde el inicio de su pontificado, Francisco buscó enviar mensajes simbólicos a los creyentes y ateos, en búsqueda de cambiar la imagen que la Iglesia Católica se había ganado durante años de escándalos por abusos sexuales, malversación de fondos y liderazgos débiles. Así, por ejemplo, su primera salida del Vaticano fue a la Isla de Lampedusa, conocida por ser un destino para los migrantes que llegan al continente europeo en barcazas.

En dicho viaje, pondría el foco sobre la problemática de la inmigración – algo que sostendría a lo largo de todo su pontificado – al describir al Mar Mediterráneo como un «cementerio a cielo abierto».

Otro de sus grandes objetivos fue el de despojar de los grandes lujos a la Iglesia Católica. Su formación jesuita lo llevó a abandonar los grandes lujos y ornamentaciones que acompañaban hasta entonces a quien ocupara el trono de San Pedro. Durante 12 años, Francisco vivió en la habitación 201 de la Casa Santa Marta, un espacio sencillo en contraposición del Palacio Apostólico, la residencia oficial de los Sumos Pontífices.

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