A cinco meses de la desaparición de Enrique Fabiani todavía hoy no hay novedades de su paradero

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Enrique Fabiani, de 74 años, llegó a Entre Ríos para pasarla bien junto a dos amigos y su hijo, pero todo terminó en incertidumbre. Lo que sucedió el 4 de junio en un campo ubicado entre los departamentos La Paz y Villaguay aún hoy es incierto. La causa judicial no tiene avances concretos. La prueba principal de la causa la encontró un vidente que llevó la Policía de Entre Ríos.

El caso está en manos del fiscal Mauro Quirolo, que recién el miércoles 30 de octubre ordenó determinar en que «formas y circunstancias» el vidente Hugo Almará, oriundo de Estación Sosa, encontró un cartucho calibre. 20 en la Estancia La Palma, en Mojones, departamento Villaguay.

El fiscal intenta determinar la implicancia de dos oficiales de la Policía en ese peculiar hallazgo.

En el caso hay solo sospechosos. Uno de ellos es Julio Lodi, el dueño del campo donde fue visto por última vez Fabiani. Sobre Lodi solo hay rumores, pero nada concreto. Otros sospechosos son los integrantes de la brigada Abigeato de la Policía que concurrieron la noche del martes 4 de junio al llamado de Lodi. Ese día el dueño del campo advirtió la presencia de un hombre en su predio y llamó a la Policía.

No hay evidencia firme, pero todo indica que fue asesinado la misma noche que se perdió en los montes.

La familia Fabiani es representada por el abogado Rubén Pagliotto quien viene reclamando diversas medidas con el fin de aclarar el caso. En algunas, como la de ser atendido por el Procurador General de la Provincia, Jorge García, no recibió respuestas. Pagliotto cuestionó el accionar de los funcionarios de la brigada Abigeato que estuvieron en el lugar y también reflexionó en forma crítica sobre la investigación.

Desaparecido

Fabiani tenía 74 años, era oriundo de Santa Clara de Buena Vista, departamento santafesino Las Colonias) y era ministro de la Eucaristía. Fue policía, trabajó como bancario y finalmente se desempeñó en el sector de la salud realizando tareas de mantenimiento hasta que se jubiló.

Años atrás, las cacerías eran frecuentes para Enrique. Con amigos y conocidos, agarraban sus escopetas y cartuchos, y siempre ponían rumbo al departamento entrerriano de La Paz. Conocían al dueño del campo y él les permitía el ingreso. Con el paso del tiempo, las incursiones cesaron por completo hasta mediados de este año, cuando familiares y amigos lo convencieron de hacer una más.

Ese martes 4 de junio fatídico, un grupo de cazadores entre los que se encontraba Enrique llegó por la tarde a la zona de montes de la localidad de Alcaraz, cerca de Bovril. Se adentraron entre los matorrales y en un momento Fabiani decidió separarse para buscar al dueño del campo. Lo conocía, hacía mucho que no lo veía y quería saludarlo. Pero nunca llegó. Ya estaba oscureciendo y perdió el rumbo por completo.

Ya era de noche cuando un grupo de cuatro maquinistas que hacían aplicaciones en un campo vieron pasar caminando a Fabiani. Luego, llegó hasta una vivienda donde buscó ayuda, pero el dueño de casa se asustó al verlo armado y se limitó a indicarle con la luz de su linterna hacia dónde debía dirigirse para salir de su propiedad. Faltaban pocos minutos para la medianoche. Es la última persona que reconoce haber visto a Enrique.

Minutos más tarde, una cámara de vigilancia de un predio cercano tomó a una camioneta de la policía entrerriana especializada en abigeatos ingresando al lugar y saliendo, cuarenta minutos más tarde. Los uniformados aseguran que no se toparon con el hombre.

Lo más llamativo de todo es que la prueba principal de la causa la aportó un vidente. Se cree que pudo haber sido plantada para desviar la investigación y sembrar esperanza en los familiares de la víctima que venían muy golpeados. De los careos y los testimonios que se tomaron no apareció nada.

Hasta ahora todo indica que el caso marcha rumbo a convertirse en otra desaparición inconclusa como la de Fernanda Aguirre, Omar Benvenuto, la familia Gill, el contador Abid, Kevin Sánchez. Podríamos seguir y seguir poniendo nombres y apellidos de personas que no son encontradas por la justicia en la provincia de Entre Ríos.

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