La nueva Carta Magna, se espera ampliamente, barrerá con los rezagos del pinochetismo y podría terminar con las garantías del modelo económico de libre mercado como el protagonismo de la iniciativa privada en salud y educación en detrimento del Estado. Asimismo, se abre la posibilidad de que los convencionales –que deliberarán por nueve meses, prorrogables por tres más– alteren ciertas garantías para la propiedad privada, por lo que una sociedad insatisfecha con el reparto de la riqueza generada a través de varias décadas parece haber abierto una caja de Pandora.
La gran perdedora fue la derecha y sus formaciones Unión Demócrata Independiente (UDI), Renovación Nacional (RN) y Evolución Política (Evopoli), que como coalición Chile Vamos perdieron alcaldías emblemáticas (ver pág. 19), no alcanzaron el número de constituyentes que esperaban y solo lograron meter en balotaje a ocho candidatos a gobernador.
Para sorpresa de buena parte del arco político, el complejo proceso catapultado en octubre de 2019 con el estallido social que exigió terminar con la institucionalidad heredada de la dictadura de Augusto Pinochet, se desarrollará sin los cerrojos que la derecha impuso cuando se negociaron las condiciones para escribir una nueva Constitución. Esto es así porque de haber logrado un tercio de los constituyentes, la derecha habría podido vetar cualquier iniciativa que se alejara del espíritu de la actual Carta Magna impuesta por el dictador, sin registros electorales ni control ciudadano, texto que buena parte de este sector político reivindica. Con el resultado en la mano –la coalición logró apenas 37 de los 52 necesarios para ello sobre el total de 155 miembros de la Convención Constituyente–, esa posibilidad quedó descartada.
La participación fue baja, de apenas 43,35% y casi siete puntos menor a la del plebiscito del 25 de octubre de 2020, pero ni eso benefició a la derecha, de acuerdo con lo que se esperaba
Más allá de eso, la prensa local subrayó ayer que fue todo el “partido del orden”, como se denomina a las dos principales coaliciones que gobernaron el país en la posdictadura –la derechista Chile Vamos y la centroizquierdista ex-Concertación– el que recibió el castigo de los votos.
En un marco de oposición atomizada, de hecho, la coalición Apruebo, de la ex-Concertación, sumó apenas 25 constituyentes, mientras Apruebo Dignidad, que reúne al Frente Amplio, el Partido Comunista, Revolución Democrática (RD) y otros grupos, sumó 28 representantes. En tanto, las listas de independientes se alzaron con 48 bancas y 17 cupos constituyentes se reservaron para pueblos originarios.
El oficialismo perdió asimismo alcaldías emblemáticas, como las de Santiago, Maipú y Viña del Mar que tras décadas de hegemonía derechista serán ocupadas por una representante del PC y dos de RD.
La elección a gobernadores también trajo dolores de cabeza a Chile Vamos, completando el triángulo de resultados que complica las aspiraciones electorales de esa fuerza y el último tramo del presidente Piñera.
El proceso permite elegir por primera vez en las urnas a los gobernadores regionales de todo el país, un nuevo cargo que reemplaza a los intendentes, quienes, hasta ahora, eran nombrados por el presidente de la República.
De las 16 gobernaciones regionales en Valparaíso y las sureñas Aysén y Magallanes ya hay tres ganadores que superaron el 40%, mientras en las 13 regiones restantes habrá balotaje. La segunda vuelta se celebrará el domingo 13 de junio, ocasión en la que el oficialismo solo tendrá postulantes en ocho regiones.
Fuente: www.ambito.com