El 2021 es un año movido en todo sentido, además de la economía y la salud como ejes centrales que atraviesan la realidad, este es un año electoral y en consecuencia es muy probable que las y los políticos entrerrianos que verdaderamente poseen poder deseen mantenerlo o consolidarlo, y aquellos que tienen ambiciones, salgan a la caza. El partido de ida ya arrancó, qué va a pasar lo sabremos cuando se conozca el resultado de las elecciones legislativas en este 2021, para el de vuelta tendremos que esperar al 2023.
Lo que suceda este año va a generar un fuerte impacto, este ciclo político en Entre Ríos posee la particularidad de que el mejor jugador y conductor del oficialismo (según las encuestas que vienen circulando) no puede ser candidato al máximo lugar de poder provincial en las próximas elecciones del 2023, por lo que a diferencia de otros contextos políticos el resultado electoral del 2021 va a dejar más que de costumbre aún, a un sector más motivado y fortalecido, y a otro de mínima desmoralizado y preocupado, con el reloj en marcha, ambos pensando en el horizonte cada vez más cercano del 2023, y en la búsqueda de una figura que permita mantener o alcanzar el máximo poder para cada espacio. Esa búsqueda no será igual si el resultado de lo que suceda en octubre es favorable, o no.
La jugada del oficialismo provincial va en total consonancia con la figura de Alberto Fernández, por lo pronto no se avizoran otras salidas y si alguien se las pone a buscar va a ser difícil encontrarlas. El peronismo entrerriano es consciente del efecto de la nacionalización de las elecciones de medio término, ya lo vivió en el 2017, a diferencia de que en aquellos tiempos gobernaba a nivel nacional Macri y había con quien confrontar al menos, hoy la relación entre Alberto y Bordet parece ser inmejorable, al menos desde afuera. Este año se plebiscita la gestión de Alberto Fernández, y si el fuego amigo persiste como ha existido hasta ahora muy probablemente los resultados no vayan a ser muy alentadores. Lo que podría afirmarse es que una victoria del peronismo consolidaría el frente y lo potenciaría, sea que Bordet se ponga la campaña al hombro o no, sucedería por decantación. Este escenario motivaría a los posibles sucesores en el espacio oficialista, seguramente dinamizando las pujas internas y posicionaría la figura de Bordet con más fuerza en las discusiones nacionales. Caso contrario para el oficialismo provincial, como luego de cualquier derrota los ánimos disminuirían de cara al futuro, y sería quizás una de las pocas opciones como para responder al golpe (pese a la nacionalización mencionada) realizar un fuerte reacomodamiento del gobierno provincial, haciéndose eco y enviando un mensaje al electorado entrerriano. En este escenario la magnitud de la derrota también debería preocupar, no es lo mismo perder 1 a 0 en la ida, que 5 a 0, eso está más que claro. Para buscar la victoria en la vuelta también es clave evitar perder por goleada, aunque siempre al igual que en el fútbol en política todo puede pasar. El peronismo representativo, no el peronismo jubilado ese que aparece cuando ve el río revuelto a ver si pesca una mojarra, tiene que tener en claro que unido todavía hasta incluso perdiendo estas elecciones pueden ganar en 2023, va a depender mucho de la economía seguramente y como llegue parado el gobierno nacional. Eso sí, sin unidad, pierden esa ventaja, prácticamente sería tirar la toalla.
Del otro lado, la oposición entrerriana con más votos según las últimas elecciones, la de Juntos por el Cambio, tiene serios desafíos de ordenamiento interno por delante. Una victoria, en consecuencia, motivaría al espacio y lo dejaría más fuerte en el territorio provincial, permitiéndoles jactarse de su segunda victoria electoral consecutiva al menos en elecciones nacionales. Este fortalecimiento no implica que solucione el ordenamiento interno, es más, motivaciones personales desmedidas y falta de acuerdos entre los distintos sectores de la alianza pueden traer mayores complicaciones en este sentido. Pero en el caso de asentar los egos y acordar, los dejaría con serias chances de cara al 2023.
Así como el oficialismo entrerriano sin evidenciarlo tanto ya está jugando el partido, la oposición también. La medición interna entre el radicalismo y Frigerio ya comenzó. Se ve que los radicales algo aprendieron desde que se asociaron al Pro, y parece que quieren hacer valer su estructura esta vez. Ya veremos qué sucede, quiénes son los que entran a la cancha, quien se pone la cinta de capitán, por ahora pareciera que los distintos espacios internos entienden que se necesitan, y si no aprovechan el desgaste de casi 20 años del peronismo en el poder y las visibles dificultades que genera hasta ahora la pandemia, “no ganan nunca más”. Lo cierto es que por más que hagan todo bien, si a Alberto le va bien de cara al 2023, la van a tener complicada.
El tablero provincial se asienta en el nacional y este presenta un panorama de gran incertidumbre, el oficialismo nacional lleva apenas 1 año y casi 3 meses de gobierno, y a su vez en días se cumple 1 año de pandemia. Si Argentina venía enferma, con la pandemia entró en terapia intensiva. El romance de marzo del 2020 cuando Alberto era “el mejor” se fue desvaneciendo proporcionalmente a las extensiones de las restricciones y la caída de la economía. Si se hace un promedio hoy de las varias encuestas nacionales que circulan, su imagen anda aproximadamente en 50 y 50, de positiva y negativa, esto demuestra el gran desgaste que ha recibido el oficialismo nacional y que en estos últimos meses muy sutilmente empezó a estabilizar. Pero lo cierto es que falta mucho por delante, aún no se sabe a ciencia cierta si habrá PASO o no, la economía parece que está empezando a recuperarse, ahora ¿se sentirá en los bolsillos del electorado para cuando se tenga que votar?. Sea este año o en el 2023. Por lo pronto el oficialismo tiene 1 gol anotado bastante fresco, con la eficacia de la Sputnik V, pero para ganar el partido de las vacunas falta, el desafío ahora es que lleguen cuanto antes las mayores cantidades posibles y vacunar a la población. A estas incertidumbres todavía tenemos que sumarle que hay que pasar el invierno. La posibilidad de una segunda ola de contagios con lo que ello implica siempre está latente, los especialistas remarcan que no es opción dejar de cuidarse.
Así como la economía puede mejorar, puede que no y en Juntos por el Cambio hay un dirigente que por ahora mide bien, Larreta. Es para tener presente que un candidato fuerte a nivel nacional en 2023 de la oposición podría en Entre Ríos inclinar la balanza si es que no se desdoblan las elecciones. Al mismo tiempo que se desenvuelve el match principal otros partidos internos también se van desarrollando, falta mucho, pero no tanto, menos en la cabeza de los posibles candidatos.
Todo puede pasar, el partido de ida recién empezó.
Opinión: Matías Micheloud